Trovar es encontrar el canto de la belleza

Trovar es encontrar el canto de la belleza

Corre, lee y dile

Por Germán Martínez Aceves

Trovar es encontrar, buscar, hallar la consonancia de las palabras con el sonido. El trovador es como un pájaro que, libre, une el sentir con su canto, que convierte la palabra en expresiones que son metáfora, que son belleza, que son canto de vida que vuelve agradable el paisaje sonoro.

            Elena Deanda Camacho (Minatitlán, 1980), licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana, maestra y doctora en Español por la Vanderbil University, ha centrado su interés de estudio en la literatura popular y en las expresiones medievales que la Inquisición marcó con la censura.

            En sus investigaciones encontró una veta importante en el canto popular que tiene sus raíces en el sur de Francia y guarda similitudes, en cuanto creación lírica, con el sur de Veracruz, la cuna del son jarocho.

Su trabajo académico lo da a conocer en el libro Trovar: metapoéticas en Occitania y en Sotavento, publicado por la Editorial de la Universidad Veracruzana en la colección Biblioteca.

Profesora asociada en el departamento de Modern Languages en Washington College, Maryland, Estados Unidos propone un texto que busca “establecer una relación entre el quehacer lírico de dos tradiciones literarias distantes en el espacio y en el tiempo. Por un lado, la de los trobadors occitanos medievales situados en el sur de Francia; y por el otro, la de los trovadores jarochos contemporáneos del sur de Veracruz”.

Su investigación no concluye que un movimiento es consecuencia del otro, no lo plantea como una continuidad de línea histórica, sino más bien se fija en las estructuras similares que existen entre la lírica francesa y el son jarocho.

Su búsqueda se encamina a mostrar cómo las manifestaciones literarias populares van más allá de la etiqueta de la simplificación que las cataloga como folclóricas y arte menor.

            A través de sus estudios, Elena Deanda Camacho ha tenido contacto con la lírica medieval popular. Una de sus cunas importantes está en la literatura occitana del siglo XII, época donde hubo una explosión de creatividad, la poesía dejó de ser solo para los temas sagrados y comenzó a abordar ideas profanas.  Esa mutación creó una diversificación de géneros en donde el amor, la pasión, la narración de los hechos cotidianos fueron materia del canto de los trobadors.

            En Occitania, franja de tierra situada entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, entre los Pirineos y los Alpes, la poesía dejó de ser una creación que exaltaba lo sagrado y lo místico para convertirse más mundana. Era el siglo XII, época medieval, y la lírica ya no era la contemplación desde el claustro sino una expresión de los diversos estratos sociales, es decir, de nobles, de artesanos, de campesinos. La poesía se revitalizó cuando se volvió pueblo y su voz eran los trobadors.

            Siglos después y en otro contexto, Elena Deanda encuentra los vasos comunicantes occitanos con la literatura popular que se expresa en el son jarocho, una semilla viva que con su creatividad y manera de estructurar las palabras en canto le dan esencia a la cultura  del sur veracruzano, carta de identidad del jarocho.

En diez apartados la investigadora nos ubica históricamente en Occitania, lugar donde los trobadors tenían como oficio encontrar el verso, pulirlo y explorar distintas estrategias para versificar.

Elena Deanda utiliza el término metapoética, porque a diferencia de la poesía escrita, la poesía popular crea su propia técnica, su propio código dentro de la oralidad para rimar, es flexible con la palabra y reconoce sus limitaciones. A partir de ahí cumple una funcionan en lo social. Trovar crea una comunidad, es la poesía dentro del poema.

Tanto en Occitana como en Sotavento, los versadores crean escuela, no es un simple pasatiempo, es la expresión que forma identidad y una mayor visibilidad social. El linaje es la dinastía, las familias, el compañerismo.  Ahí están los personajes como Arcadio Hidalgo, Guillermo Cházaro, el Vale Bejarano, los Baxin, los Vega, viven y conviven, buscan las palabras, las cultivan y quedan plasmadas en cantos que pueden ser de picaresca, festivos o amorosos.

Como bien lo dice la autora: “Al reunir regiones, poesías, y aproximaciones analíticas, propongo una lectura sobre un fenómeno que no terminará de maravillarnos: la belleza de la palabra y su habilidad de traducir ideas en sonidos”.

Trovar: metapoéticas en Occitania y en Sotavento, de Elena Deanda Camacho, es de la colección Biblioteca de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 212 páginas, 2024.

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