Margo Glantz, entre ballenas y caballos

Margo Glantz, entre ballenas y caballos

Corre, lee y dile

Por Germán Martínez Aceves

 Se pregunta Margo Glantz: “¿Es lícito mirar el mar desde la orilla de un libro?

            Cuando la pluma (o una máquina cualquiera) se convierte en arpón, el rojo que se escribe pierde su color bermejo, coagulado, y la viscosidad se estrella en la letra que apenas alcanza la dimensión de un ojo de ballena colocado a un lado del inmenso cuerpo ciego. La ballena tiene el oído muy fino, pero es muda, inmensamente muda como su gigantesco cuerpo. Es monstruosa, es desproporcionada. Es extinguible”.

En 1966, Margo Glantz daba clases en la Universidad de Monterey Bay, California. En una ocasión, un colega universitario la invitó a avistar ballenas azules en la bahía. En esos años creció la inconformidad mundial por la caza indiscriminada de los grandes cetáceos.

            Preocupado, el profesor le comentó a Margo: “Hay doscientas ballenas azules en el mundo ¡quedan solamente doscientas ballenas azules en el mundo! Usted tiene que ayudarme a crear un parque nacional en Baja California y fundarlo allí, porque es el sitio al que llegan todos los años”.

            La idea quedó en la memoria de Margo Glantz (1930), ahí estaba, como ballena que recorre sigilosa los océanos y de pronto sale a la superficie para hacerse notar, para mostrar que desde lo profundo de los mares emerge y expande su gigantesca belleza ante el asombro de los pequeños seres que la observan.

            Once años después, 1977, Margo, frente a las playas de Zihuatanejo, con los aires marinos, la ballena azul volvió a aparecer en su mente y escribió textos híbridos entre ensayo, narrativa y poesía. El resultado fue el libro Doscientas ballenas azules que ella mismo financió y publicó bajo el sello de la Imprenta Madero en 1978.

            En 1981 la Universidad Nacional Autónoma de México lo editó en la colección Textos de Humanidades con una versión que se llamó Doscientas ballenas azules y cuatro caballos. En 2021 lo dio a conocer la editorial chilena Libros de la Mujer Rota. En todo caso, el libro no fue tomado en cuenta por la crítica literaria.

Ahora, la Editorial de la Universidad Veracruzana lo reedita e integra a su catálogo a una de las escritoras centrales mexicanas ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la creación literaria en español 2022 y del Premio Xavier Villaurrutia 1984, entre otros galardones.

            La ballena azul es el animal más grande que habita en el planeta, mide de 27 a 30 metros de largo y su peso oscila entre las 100 y las 120 toneladas. Este gigante del mar junto con otros grandes cetáceos es muy codiciado por los japoneses quienes son consumidores de su carne.

            En los siglos XVIII y XIX, el aceite de ballenas servía para iluminar las noches a través de lámparas; en la actualidad, el esperma es usado para hacer cosméticos y lápices labiales; el ámbar gris, producto que se encuentra en los grandes estómagos balleneros, para fijadores de perfumes y; las glándulas endocrinas e hígado, para producir productos farmacéuticos, hormonas y vitamina A. Por esos motivos comerciales, las ballenas sufren de cacerías inmisericordes que disminuyen su número de población.

            Para Margo Glantz, las ballenas son seres para contemplarlos y respetarlos, son personajes que habitan en la literatura como el Leviatán bíblico o el enorme pez a donde Yahvé envía a Jonás a sus interiores para castigarlo por desobediencia (imagen que resurge en el cuento de Pinocho) y, por supuesto, el famoso cachalote blanco Moby Dick quien vive su batalla con el capitán Ahab, el cazador de ballenas que perdió una pierna  en una de los encuentros con el gran personaje marino, historia narrada por Ismael (“Llámenme Ismael”) escrita por Herman Melville.

            Margo Glantz, con sus escritos, crea una carta de navegación en la que apunta su admiración por las ballenas azules y nos conduce por una ruta literaria que recrea con sus reflexiones e imaginación como una red que nos atrapa para hacernos fijar de la grandiosidad de los mamíferos de los mares.

            Apunta Margo Glantz: “El hombre es peligroso, pero no infinito como la luna y la ballena.

            El hombre carece de oído y su cerebro es pequeño. La ballena es perfecta y en sus circunvoluciones interiores una satinada inteligencia se ramifica como los corales blancos cuando se miran a través de un lente.

            Casi nada sabemos de su suerte”.

            En la segunda parte “Cuatro caballos…¡cuatro!”, Margo Glantz ensaya sobre los bellos equinos, potentes vehículos de transporte, fragorosos elementos en las batallas, razas transportadas en barcos para conquistar otros territorios y binomios perfectos con sus jinetes que muchas veces la gloria los ha inmortalizado en estatuas que el tiempo deteriora, destruye o abandona o se convierten en símbolos de una ciudad como el conocido popularmente como “El Caballito”, la estatua ecuestre de Carlos IV realizada por Manuel Tolsá.

Margo Glantz escribe: Los caballos son “bellos, sedosos y durante mucho tiempo, como las naves, indispensables en la vida cotidiana, para viajar simplemente, como medio de locomoción cotidiana o para guerrear: famosa es la frase de Ricardo III en la tragedia de Shakespeare cuando exclama al final de la batalla ‘Mi reino por un caballo’. Varias de las más bellas estatuas y pinturas de la historia del arte son ecuestres. Sería imposible separar al Quijote de su Rocinante o al Cid de su Babieca”.

Al leer el libro, el asombro y la admiración por las ballenas y los caballos crece a la par que la obra de Margo Glantz que nos invita a adentrarnos en las coordenadas que traza de la literatura, la historia, el arte y la cultura.

Doscientas ballenas azules y cuatro caballos, de Margo Glantz, es de la colección Ficción de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 97 páginas, 2024.

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